Destino Manifiesto
En 1845, John Louis O'Sullivan publicó un grupo de artículos sobre El Destino Manifiesto. En ellos se justificaban la necesidad de la expansión americana en todos los continentes basándose en la superioridad de la raza anglosajona. La primera oleada del destino manifiesto fue la extensión por todo el oeste, entre el Río Grande y Canadá. El método, que ha permanecido invariable desde entonces, era permitir que los colonos o sus dólares se extendieran por las zonas a ocupar, estuvieran en manos de los indios o de otros países. Una vez asentados allí, unos incidentes provocados por los colonos o por los comerciantes americanos motivaban la intervención de los Estados Unidos en defensa de sus conciudadanos o de su dinero. De este modo, las campañas indias y la guerra con Méjico, completaron el primer acto del destino manifiesto. Ya se dominaba la tierra desde el Atlántico hasta el Pacífico y desde el Río Grande hasta Canadá. Pero esta nación, pronto se lanzó a la segunda fase estimulada por escritores como John Fiske, Strong, Burgess y Mahan. Sus proclamas eran "El eslabón perdido entre el mono y el hombre, ya no existe. Son las razas que rodean los Estados Unidos" o "El día está próximo en que cuatro quintas partes de la raza humana tendrá ingleses en sus antepasados, tal como hoy los Estados Unidos son Sajones en sus cuatro quintos. Incluso la lengua inglesa será un día la lengua de la humanidad ".
En 1885, el historiador John Fiske justificaba la política imperialista norteamericana en otro artículo titulado también "Manifest Destiny". Y en enero de 1900, el senador de Indiana Albert Beveridge proclamará en un discurso que Dios no había ido preparando durante años a los pueblos anglohablantes simplemente para su propia vanidad, sino "para hacernos maestros y organizadores del mundo, a fin de instituir el orden allí donde reina el caos... Nos ha dado el don de gobernar para que demos un gobierno a los pueblos salvajes y seniles. Sin esta fuerza nuestra, el mundo recaería en la barbarie y la noche... Dios ha designado al pueblo norteamericano como su nación elegida para comenzar la regeneración del mundo".
En nuestra actualidad, Bush encarna una rama de la historia norteamericana que se sustenta en la creencia en una superioridad moral que autoriza a imponer a todos los pueblos su propio esquema civilizador. Su pensamiento parece clonado del que sostenía el senador Albert Beveridge hace más de un siglo: "Dios nos ha dado el don de gobernar para que demos un gobierno a los pueblos salvajes y seniles. Sin esta fuerza nuestra, el mundo recaería en la barbarie y la noche... Dios ha designado al pueblo norteamericano como su nación elegida para comenzar la regeneración del mundo".
Esta concepción explica también el lazo indisoluble entre imperialismo y religión. El "destino manifiesto" es en realidad un destino de pueblo elegido, semejante al del pueblo judío. Ya en los orígenes, E. Stiles habló de "el Israel americano de Dios" y veía en "la colonización, el crecimiento rápido, la independencia precoz y la prosperidad sin igual de este país las pruebas de la elección por la Providencia" (argumentos que repetirá Bush padre en 1991). Estados Unidos sería un segundo "pueblo escogido".El destino manifiesto culmina en estas palabras pronunciadas en 1997 por Madeleine Albright: "Nosotros, los norteamericanos, tenemos una ventaja sobre las otras naciones: sabemos quiénes somos y qué creemos. Somos constructores. Nuestra responsabilidad no es actuar como prisioneros de la historia, sino hacer historia... Tenemos una razón de ser, más la fe en que, si somos fieles a nuestros principios, triunfaremos".
Este destino y esta conciencia son los que engendran la obligación de "ejercer los poderes de policía internacional", según dijo el presidente Roosevelt ya en 1904, dando nombre a esa política llamada del big stick (el gran garrote), que practicó el padre del actual George Bush, apelando a "nuestra superioridad moral para justificar inferioridades tan inmorales como la que se llamó eufemísticamente 'Guerra del Golfo'. Con ello no hacía más que seguir la política de un viejo magnate de la prensa (William R. Hearst) que había proclamado: "Vosotros dadme una guerra, que yo ya os daré grandes títulos para ella".
Respecto a EEUU, Simón Bolívar escribió: "Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar a América de miserias en nombre de la libertad
Fuente: “De talibanes y talibushes” Domingo, 21 de marzo de 2004 - José Ignacio González Faus, columnista del diario español La Vanguardia, de Barcelona (www.lavanguardia.es).
Mahan y la expansión norteamericana de fin de siglo XIX y siglo XX
El Capitán de Navío Alfred Thayer Mahan perfecciona el “Destino Manifiesto” en The Influence of Sea Power upon History (1890)
Mahan determina que la cuestión de la extensión del poder continental para los Estados Unidos pasa por el control de los océanos y pasos internacionales marítimos, a partir de una poderosa flota militar y mercante. En la competencia por el poder entre los Estados, ubica como preponderantes los factores geográficos (que incluyen la ubicación geográfica, la capacidad defensiva y los recursos naturales), los humanos y sociales.
Desde esa concepción, Mahan planteó la necesidad de construir un canal en Centroamérica para resolver el rápido traslado de la flota de guerra de una costa a la otra, en caso de conflictos, dado que la travesía por el estrecho de Magallanes insumía, en esa época, más de sesenta días.
Como una manera de asegurar la defensa del futuro canal, Mahan recomendó que antes de construirlo Estados Unidos debía adquirir Hawai y controlar militarmente las cuatro rutas marítimas caribeñas al noreste del canal. Las cuatro rutas que él identificó fueron: Paso de Yucatán (entre Cuba y México), Paso de los Vientos (la principal ruta norteamericana de acceso al canal entre Cuba y Haití), Paso de la Mona (entre Puerto Rico y la República Dominicana) y Paso de Anegada (cerca de St. Thomas en las aguas orientales de Puerto Rico). Mahan recomendó a las élites norteamericanas la construcción de bases navales en estas zonas como paso previo a la construcción de un canal y como paso indispensable para transformar a los Estados Unidos en una superpotencia. Las teorías de Mahan fueron exitosamente adoptadas por los Estados Unidos de Norteamérica entre fines del siglo pasado y las primeras décadas del siglo XX.
En ellas se fundamentaron la guerra Hispano- norteamericana (1898), la adquisición del archipiélago de Hawai, las conquistas de los archipiélagos de las Filipinas, Marianas y otras posesiones en el Pacífico Occidental y la creación artificial de Panamá y su canal, al promover una revolución contra Colombia, dueña de dicho territorio.
Fuente Prof. Horacio López, en http://www.centrocultural.coop/blogs/nuestramericanos/etiquetas/destino-manifiesto/